domingo, 5 de septiembre de 2010

La penúltima verdad


-Sé que serán capaces - le dijo Nicholas. Excepto por una única cosa, se dijo, mientras rodeaba con el brazo la cintura de su esposa para atraerla hacia sí.
No lo harán.
Porque nosotros no se lo permitiremos.


Cuando termino una novela de este tipo siempre me quedo mirando el último párrafo, las últimas palabras. Y si eso pasa sé que me encuentro ante una de esas novelas. 

Pero no voy a mentir, no sé por dónde empezar. 

No sé por dónde empezar porque el segundo efecto de estas cosas es que te quedes en blanco sin saber qué decir. Bah, seguro que el que halla llegado hasta aquí ya sabe que todo esto es una excusa para rellenar la entrada, pero vamos allá: es una de las mejores de PKD. No me cabe duda. No es, para mi criterio personal vuelvo a insistir cosecha del 91, la mejor (Ubik es, sin pensármelo dos veces, la mejor novela de Dick y también la mejor novela de Ciencia Ficción que he leído), pero está entre las que la preceden. 

Porque esta novela tiene dos cosas buenas: un planteamiento sin las conocidas elucubraciones paranoides que a algunos les pueden parecer fuera de sí (a mí personalmente me encantan, hay que decirlo todo) y, aunque carezca de eso, tiene la esencia de Dick. Es una novela verdadera porque plasma perfectamente, de una forma además muy directa y sin rodeos, la maquinación mundial, el engaño y la injusticia políticas. Y, aunque todo ello provenga de una novela de ficción, es sutilmente una forma bastante irónica de representar la realidad (esto último siempre lo he creído de este género; muchos autores van más allá de una simple historia de ficción, ahondando en cuestiones morales y filosóficas sobre la humanidad de las que sería interesante su lectura, pero que son bastante pasadas por alto; quizás la vagancia mezclada con la indiferencia, esa irritante conducta de no plantearse absolutamente nada).

Estalla la tercera guerra mundial. Queridos conciudadanos del mundo, estáis todos protegidos bajo esos estupendos anti-todo tanques subterráneos, mientras en la superficie robots maquiavélicos luchan en una catastrófica guerra que no acaba. A través de la gran pantalla el Protector, Talbot Yancy, os comunica las noticias de la guerra: Nueva York ha sido destruida. Ya no queda nada. Todo está en ruinas. Qué irónica mentira. Mientras, en la superficie, los hombres de Yancy viven como privilegiados bajo la luz del Sol, aprovechándose de los estupendos robots que los subterráneos fabrican para ellos. Porque es primordial fabricar esos robots para la guerra que ha acabado hace trece años. ¿De qué serán capaces nuestros queridos conciudadanos si se enterasen de ello?

¿De qué seríamos capaces nosotros?




Hay otra cosa que me gustaría comentar de la novela, y es que es el ejemplo perfecto para demostrar que la Ciencia Ficción va más allá de la idea que generalmente se hace la gente de lo que es el género. Aquí no estamos hablando de naves espaciales, ni de razas extraterrestres. Hay una frase de Neal que define perfectamente lo que quiero decir...

The science fiction approach doesn't mean it's always about the future; it's an awareness that this is different.

1 comentario:

  1. Buen libro, al final tiré de la versión digital original y me costó un poco enterarme de todo pero bueno.

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Lo único que no soporto son las faltas de ortografía, así que puedes poner a parir al mismísimo Asimov mientras lo escribas bien.