viernes, 17 de septiembre de 2010

Los externos

Solía tomar una copa en el café Atlantis todas las noches en la ciudad nipona de neón. Chinatown es el lugar perfecto para pasear en una noche lluviosa de 3057 si quieres acabar con un tiro en el pecho. Cuando ya te han pegado los suficientes como para saber que llevas los mejores implantes robóticos del mercado, te dan ganas de sonreir a tu jefe.

Lástima que el trabajo no cubra el seguro dental.

Esa noche mi sonrisa perfecta de yankee y yo entrábamos en el Atlantis con la chaqueta empapada. Lo recuerdo todo a la perfección… a la camarera, al tipo que estaba sentado a mi lado mirándome, como si no me fuese a beber la copa entera… el humo en el ambiente, de esos cigarrillos rancios. Hay gente que todavía no sabe que existen las consolas para colocarse; prefieren vivir al estilo de hace mil años, cuando el planeta todavía no era un punto de mira para los externos. Quizá eso les haga olvidar la guerra.

Cómo me gusta concluir las entradas de esta manera cuando no tengo nada que decir. 

viernes, 10 de septiembre de 2010

Asimov y las tres leyes de la robótica



  1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

A partir de estas tres leyes Asimov pudo trazar un universo literario. Y qué gran universo.

No es que sea mi escritor favorito, pero me llama mucho la atención la serie de los robots, y su manera de desarrollar la trama basándose en las tres leyes. También es cierto que alimentaba la chimenea con relatos, y a veces la cantidad supera a la calidad literaria. 

Es como un matemático aplicando un teorema a diversos problemas. 

Esta entrada es un poco floja, pero no puedo hacer otra cosa hasta que lea alguna otra novela. Ahora me doy cuenta de la sensación que dejan las novelas de Dick. Asimov es un gran escritor, uno de los tres pilares de la Ciencia Ficción junto con Clarke y Heinlein, pero la profundidad, la abstracción de Dick, son verdaderamente abrumadoras. Dignas de abrir la mente. Dick crea escritores, estoy segura.

Como apunte, me gustaría añadir que hace poco estuve leyendo Estación de tránsito, de Clifford D. Simak, al parecer un buen amigo de Asimov, y me llamó la atención porque él fue el que se sacó de la manga un tipo de Ciencia Ficción muy curioso: la Ciencia Ficción pastoral. Por lo visto está muy enriquecida con descripciones de paisajes rurales. Hay tantas maneras de llevar la Ciencia Ficción a la novela...

Sin más, espero que aparezca algún comentario de vez en cuando. 


lunes, 6 de septiembre de 2010

Más allá se encuentra el wub

No es que tenga el síndrome de publicar a diestro y siniestro, es que he pasado de novelas a relatos. Y he empezado con Cuentos completos I de Philip K. Dick (naturalmente). De los pocos que he leído, me he quedado con Más allá se encuentra el wub. Y como tampoco me apetece soltar el rollo de mi punto de vista respecto a esto y aquello lo voy a simplificar a subir el relato aquí, así, por la cara.

Descarga: Cuentos completos I (He subido todo el libro de relatos, pero este relato viene con otro nombre que por alguna razón no es el título de la entrada, el supuesto título oficial de la traducción al castellano, sino que es Aquí yace el wub).

A ver si tenéis huevos a leerlo, y... ¡Ah, sí! Como iba diciendo, el papel de Ulises...


Prefacio


   «En primer lugar, definiré lo que es la ciencia ficción diciendo lo que no es. No puede ser definida como "un relato, novela o drama ambientado en el futuro", desde el momento en que existe algo como la aventura espacial, que está ambientada en el futuro pero no es ciencia ficción; se trata simplemente de aventuras, combates y guerras espaciales que se desarrollan en un futuro de tecnología superavanzada. ¿Y por qué no es ciencia ficción? Lo es en apariencia, y Doris Lessing, por ejemplo, así lo admite. Sin embargo, la aventura espacial carece de la nueva idea diferenciadora que es el ingrediente esencial. Por otra parte, también puede haber ciencia ficción ambientada en el presente: los relatos o novelas de mundos alternos. De modo que si separamos la ciencia ficción del futuro y de la tecnología altamente avanzada, ¿a qué podemos llamar ciencia ficción?

»Tenemos un mundo ficticio; éste es el primer paso. Una sociedad que no existe de hecho, pero que se basa en nuestra sociedad real; es decir, ésta actúa como punto de partida. La sociedad deriva de la nuestra en alguna forma, tal vez ortogonalmente, como sucede en los relatos o novelas de mundos alternos. Es nuestro mundo desfigurado por el esfuerzo mental del autor, nuestro mundo transformado en otro que no existe o que aún no existe. Este mundo debe diferenciarse del real al menos en un aspecto que debe ser suficiente para dar lugar a acontecimientos que no ocurren en nuestra sociedad o en cualquier otra sociedad del presente o del pasado. Una idea coherente debe fluir en esta desfiguración; quiero decir que la desfiguración ha de ser conceptual, no trivial o extravagante... Esta es la esencia de la ciencia ficción, la desfiguración conceptual que, desde el interior de la sociedad, origina una nueva sociedad imaginada en la mente del autor, plasmada en letra impresa y capaz de actuar como un mazazo en la mente del lector, lo que llamamos el shock del no reconocimiento. Él sabe que la lectura no se refiere a su mundo real.

»Ahora tratemos de separar la fantasía de la ciencia ficción. Es imposible, y una rápida reflexión nos lo demostrará. Fijémonos en los personajes dotados de poderes paranormales; fijémonos en los mutantes que Ted Sturgeon plasma en su maravilloso Más que humano. Si el lector cree que tales mutantes pueden existir, considerará la novela de Sturgeon como ciencia ficción. Si, al contrario, opina que los mutantes, como los brujos y los dragones, son criaturas imaginarias, leerá una novela de fantasía. La fantasía trata de aquello que la opinión general considera imposible: la ciencia ficción trata de aquello que la opinión general considera posible bajo determinadas circunstancias. Esto es, en esencia, un juicio arriesgado, puesto que no es posible saber objetivamente lo que es posible y lo que no lo es, creencias subjetivas por parte del autor y del lector.

»Ahora definiremos lo que es la buena ciencia ficción. La desfiguración conceptual (la idea nueva, en otras palabras) debe ser auténticamente nueva, o una nueva variación sobre otra anterior, y ha de estimular el intelecto del lector; tiene que invadir su mente y abrirla a la posibilidad de algo que hasta entonces no había imaginado. "Buena ciencia ficción" es un término apreciativo, no algo objetivo, aunque pienso objetivamente que existe algo como la buena ciencia ficción.

»Creo que el doctor Willis McNelly, de la Universidad del estado de California, en Fullerton, acertó plenamente cuando afirmó que el verdadero protagonista de un relato o de una novela es una idea y no una persona. Si la ciencia ficción es buena, la idea es nueva, es estimulante y, tal vez lo más importante, desencadena una reacción en cadena de ideas-ramificaciones en la mente del lector, podríamos decir que libera la mente de éste hasta el punto que empieza a crear, como la del autor. La ciencia ficción es creativa e inspira creatividad, lo que no sucede, por lo común, en la narrativa general. Los que leemos ciencia ficción (ahora hablo como lector, no como escritor) lo hacemos porque nos gusta experimentar esta reacción en cadena de ideas que provoca en nuestras mentes algo que leemos, algo que comporta una nueva idea; por tanto, la mejor ciencia ficción tiende en último extremo a convertirse en una colaboración entre autor y lector en la que ambos crean... y disfrutan haciéndolo: el placer es el esencial y definitivo ingrediente de la ciencia ficción, el placer de descubrir la novedad.»

PHILIP K. DICK
(Fragmento de una carta)
14 de mayo de 1981

Sé que insisto demasiado en esto, pero me parece importante que se sepa lo que es la, como dice Phil, buena Ciencia Ficción. Y él lo explica perfectamente: es la narrativa que obliga a desarrollar ideas en la mente del lector. Estoy totalmente de acuerdo en que la narrativa fantástica por lo general no tiene esta característica. No he encontrado otro género que me estimule tanto, que me deje ser protagonista en cierta manera, como la Ciencia Ficción lo ha hecho; un protagonismo cooperativo lector-escritor. Eso es lo mejor de todo, porque somos la cúspide de la subjetividad, y eso da demasiado juego. Por eso me decidí a crear un blog: enloquecería al silenciar mi mente. 

domingo, 5 de septiembre de 2010

La penúltima verdad


-Sé que serán capaces - le dijo Nicholas. Excepto por una única cosa, se dijo, mientras rodeaba con el brazo la cintura de su esposa para atraerla hacia sí.
No lo harán.
Porque nosotros no se lo permitiremos.


Cuando termino una novela de este tipo siempre me quedo mirando el último párrafo, las últimas palabras. Y si eso pasa sé que me encuentro ante una de esas novelas. 

Pero no voy a mentir, no sé por dónde empezar. 

No sé por dónde empezar porque el segundo efecto de estas cosas es que te quedes en blanco sin saber qué decir. Bah, seguro que el que halla llegado hasta aquí ya sabe que todo esto es una excusa para rellenar la entrada, pero vamos allá: es una de las mejores de PKD. No me cabe duda. No es, para mi criterio personal vuelvo a insistir cosecha del 91, la mejor (Ubik es, sin pensármelo dos veces, la mejor novela de Dick y también la mejor novela de Ciencia Ficción que he leído), pero está entre las que la preceden. 

Porque esta novela tiene dos cosas buenas: un planteamiento sin las conocidas elucubraciones paranoides que a algunos les pueden parecer fuera de sí (a mí personalmente me encantan, hay que decirlo todo) y, aunque carezca de eso, tiene la esencia de Dick. Es una novela verdadera porque plasma perfectamente, de una forma además muy directa y sin rodeos, la maquinación mundial, el engaño y la injusticia políticas. Y, aunque todo ello provenga de una novela de ficción, es sutilmente una forma bastante irónica de representar la realidad (esto último siempre lo he creído de este género; muchos autores van más allá de una simple historia de ficción, ahondando en cuestiones morales y filosóficas sobre la humanidad de las que sería interesante su lectura, pero que son bastante pasadas por alto; quizás la vagancia mezclada con la indiferencia, esa irritante conducta de no plantearse absolutamente nada).

Estalla la tercera guerra mundial. Queridos conciudadanos del mundo, estáis todos protegidos bajo esos estupendos anti-todo tanques subterráneos, mientras en la superficie robots maquiavélicos luchan en una catastrófica guerra que no acaba. A través de la gran pantalla el Protector, Talbot Yancy, os comunica las noticias de la guerra: Nueva York ha sido destruida. Ya no queda nada. Todo está en ruinas. Qué irónica mentira. Mientras, en la superficie, los hombres de Yancy viven como privilegiados bajo la luz del Sol, aprovechándose de los estupendos robots que los subterráneos fabrican para ellos. Porque es primordial fabricar esos robots para la guerra que ha acabado hace trece años. ¿De qué serán capaces nuestros queridos conciudadanos si se enterasen de ello?

¿De qué seríamos capaces nosotros?




Hay otra cosa que me gustaría comentar de la novela, y es que es el ejemplo perfecto para demostrar que la Ciencia Ficción va más allá de la idea que generalmente se hace la gente de lo que es el género. Aquí no estamos hablando de naves espaciales, ni de razas extraterrestres. Hay una frase de Neal que define perfectamente lo que quiero decir...

The science fiction approach doesn't mean it's always about the future; it's an awareness that this is different.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Tiempo de marte

Primero quiero dejar clara una cosa: no soy una fanática de Philip K. Dick. Puede resultar un poco sarcástico, pero es más cierto que la ida de olla de Neal en el final de La era del diamante. Segundo: a partir de ahora voy a hacer muchas referencias de forma altamente egoísta, pero parto de la base de que mis visitantes están tan vivos como en Rama. Y tercera (solo porque me siento obligada a cerrar la trilogía): no pienso poner un pie en Marte; no tengo mucho interés en que Arnie Kott me guarde alguna. 

Hablaba de una de las mejores, al menos para mi criterio personal cosecha del 91, novelas de Philip K. Dick (ese nombre que puede que desgaste un poco hasta que crezca un poco más esta mierda de insector). Y ahora viene una pequeña sinopsis que carece de mucho sentido si vuelvo a recordar la parte del asteroide cilíndrico. 

Dick nos habla esta vez de la colonización de Marte. Os aseguro que no os gustaría mucho vivir ahí siendo pobres, queridos visitantes ausentes, ya que el agua escasea un poco. También hay centros para enfermos mentales como Manfred, un niño con autismo que ve la realidad... de una forma muy peculiar. Como Jack Bohlen, puede ver el futuro, y eso a Arnie Kott le interesa demasiado. 

Me gusta que Dick implique su esquizofrenia en sus novelas (aunque sin pasarse, Valis). En Tiempo de Marte consigue esa sensación de pérdida del control de la realidad. ¿Y sabéis qué me encanta? Que siempre acaba llevándonos al mismo lugar. Ese vosotros estáis muertos. La enfermedad es una escalera hacia la verdad. 
¿Justificación de su dolencia? Admito que yo estoy de su parte. 

¡Ah! Y, por supuesto, la recomiendo encarecidamen...te a mis, eh, visitantes ausentes. 


Doctor, yo lo veo desde el punto de vista de la eternidad y usted está muerto.

Supongo que no necesito describirlo demasiado. Dick tenía razón. Me di cuenta cuando empecé a leer Ciencia Ficción. No me gustan las historias planas, ni las naves espaciales (sé que no os lo esperabais, visitantes ausentes) ni mucho menos considero la mezcla de ello parte del género del que estoy hablando. Simplemente me gusta que se me ponga la piel de gallina cuando leo unas cuantas elucubraciones descabelladas sobre lo que podría estar pasando. Eso es la Ciencia Ficción. Y Dick es demasiado descabellado.

Grub, grub.